Punteros

Por: Juan J. Olivera

El tema de los "punteros" siempre es interesante, su ley es la de la calle y su ética se encuentra en la tensión weberiana y aristotélica de la política. El mundo del puntero se mueve, por un lado, entre la política entendida como lucha por el poder, guiada por el interés personal, de un grupo o clase, y por otro lado, como la realización más o menos virtuosa del ciudadano comprometido con su realidad social. Está el puntero recortado en una ética pragmática de la "responsabilidad" y eso lo equipara con el burócrata, el empleado "de planta" que atiende cualquier oficina del Estado, pero también contiene elementos que lo atan a la "convicción", a la lucha con ideales y pasiones. El puntero es un administrador "social" de la política estatal tanto como un político capaz de levantar los reclamos más revolucionarios de un orden social.
Por eso, es un error reducir peyorativamente estas relaciones como simples "relaciones clientelares", en nuestros populismos lationaomericanos la figura del puntero, como la del caudillo, así como la denominación "pueblo", son términos desatendidos y bastardeados por la Ciencia Política europea y norteamericana como forma centrista y demonizante de abordar las diferencias.
Sudamérica hoy ha alcanzado un nivel de auto-análisis y de reafirmación de sus potencialidades y fortalezas económicas, sociales y culturales que la sitúan en una región capaz de proyectar un modelo digno hacia todo el Continente y al mundo. Claro, los poderosos del mundo, las agencias imperiales, y las oligarquías coloniales seguirán recargando los tinteros multimediáticos, haciendo referencia de nuestras "incapacidades", lo bueno que es ser un servidor del amo; la novedad es que por estos lados el bote les hace agua, o ya se hundieron en sus propias mentiras.