CRISTINA 2011

CRISTINA 2011
Menos mal que Macri tiene a la "señora de enfrente" que arregla todos los kilombos y lucha por todos los argentinos

lunes, 25 de julio de 2011

Macri, el kirchnerismo y la ideología



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Por Amílcar Salas Oroño *

I. Una elección es, también, un registro específico de cómo determinadas ideas políticas atraviesan las diferentes capas y segmentos de una sociedad. De cómo ciertos puntos de vista y discursos partidarios decantan hacia abajo, y a la inversa. La representación política tiene eso, momentos ascendentes y descendentes: el “intercambio” de significados entre representantes y representados. Pero es importante tener en cuenta que esta secuencia de sentidos no ocurre en el vacío: hay un mapa existencial de la estructura económica que prefigura los marcos de las disputas. Los resultados de la última elección en la ciudad de Buenos Aires deben también ser revisados en esta clave.

II. El crecimiento económico de los últimos años ha modificado sustantivamente la fisonomía de la ciudad de Buenos Aires. Está claro que no en el plano de lo público, aquello que es potestad del Gobierno de la Ciudad: allí el desmejoramiento ha sido verificable como consecuencia, principalmente, de las distribuciones presupuestarias realizadas por la gestión del propio Macri en áreas sensibles de la convivencia común. El cambio más evidente se ha dado en una dimensión íntima, privada, particular. El ciclo económico nacional ha recompuesto, desde los diferentes resortes complementarios de la dinámica económica, la posibilidad de una (nueva) autopercepción individual: la de que el progreso personal no es una quimera estacionada en el pasado histórico. Es en ese sentido que estos años de kirchnerismo se nos presentan como una superación al encierro de expectativas sociales característico del neoliberalismo: los proyectos de realización individual y las expectativas de “movilidad social” han encontrado este tiempo histórico para relanzarse, para volver a pensarse como parte de la propia existencia (incluso combinándose con otros reconocimientos, por ejemplo, el matrimonio igualitario). Se trata de un fenómeno federal, lo que no quiere decir que sea homogéneo ni universal, ni que este reparador optimismo social se presente de manera similar en todas las provincias ni para todos. Son cambios que también se verifican en otros países latinoamericanos, producto de una combinación heterodoxa de, por un lado, un rol más activo del Estado en la regulación económica y, por el otro, la ampliación del mercado y del consumo; extensión paralela y continua de Estado y mercado al mismo tiempo, generando un nuevo ciclo de las expectativas personales.

III. Este cambio subjetivo –recostado sobre cambios objetivos– presenta en la ciudad de Buenos Aires características particulares. Automóviles, gastronomía, equipamientos domésticos, inclusión en general. El consumo situó en estos años la idiosincrasia de la Ciudad en otra dimensión, bien lejos de la recesión económica de hace una década y con otra imagen; aquellos agregados colectivos originales o el clima político de diciembre del 2001 se transformaron: ahora hay faltantes de... ¡blackberry! Lo que se dio en la ciudad de Buenos Aires, con el consumo como vector de la integración, fue una (re)socialización desde el mercado, a diferencia de otras regiones y provincias del país donde el Estado tuvo un protagonismo más quirúrgico y determinante, estructurador de las identidades poscrisis. Es precisamente esta situación la que está detrás de la última elección: a fin de cuentas, el PRO es básicamente eso, una ideología del mercado, del consumo; su compaginación con el contexto fue virtuosa. Su discurso gira en círculo sobre unos pocos elementos: la imagen del confort, la negación de la condición social del ciudadano y una estética del entretenimiento. No hay ética de la solidaridad, no hay tradiciones políticas, no hay patrimonio histórico a compartir, entre tantas otras cosas. Pero es precisamente por ser una ideología del mercado que el PRO ha realizado una excelente elección en general; en ese sentido, se trata de una fuerza política contemporánea a la época en la que se sitúa. El PRO elabora su discurso tomando como punto de partida ese mismo imaginario renovado del progreso personal a partir del consumo, sin retocarlo: se asienta sobre una percepción real, la metaboliza y ofrece un destino electoral compatible con la misma.

IV. Dado el contexto, el kirchnerismo no hizo una mala elección. El problema es que se enfrentó a una fuerza política con una determinada ideología para la Ciudad, con una determinada ideología para esta etapa histórica de la Ciudad. Por circunstancias múltiples y entrecruzadas, que van desde el vértigo de la agenda política del gobierno nacional hasta el contradictorio y sinuoso legado del progresismo de raíz antimenemista, el kirchnerismo nunca logró componer una ideología propia para la Ciudad, es decir, no identificó aquel punto de vista transformador –propio de su identidad como proyecto político– en la clave de la dialéctica social porteña. Esto hubiera supuesto, en primer lugar, estructurar un vínculo representativo desde hace varios años, con un mando de acción organizado y, en segundo lugar, registrar, analizar y elaborar esta época de la Ciudad. Un trabajo de mediano plazo que no se resuelve simplemente con “escupir al gorila”; tampoco lo resuelven únicamente el “periodismo militante” y el twitteo maratónico. Componer una ideología alternativa a la mera expresión del mercado, un programa que agregue la dimensión de la politicidad, del Estado, precisamente aquello que es la originalidad del kirchnerismo y de los otros gobiernos latinoamericanos. Que coloque a la (re)socialización desde el mercado en otro nivel, con otra mezcla cultural y diseños institucionales, y que la desplace de su funcionalidad afín a los sectores dominantes. Una combinación política contemporánea e híbrida en ideas y actores, que no implica obligatoriamente insistir en lo que se ha venido denominando progresismo.

V. Ni el “asco” ni la desafección política suprimen la tarea para el kirchnerismo de realizar una fotosíntesis ideológica en la ciudad de Buenos Aires. Su representación política lo espera. Una ideología que enmarque y potencie a la voluntad política, esa misma que, aún bajo estas circunstancias, llegó a un tercio del electorado. Siempre hay espacio para reorganizar estratégicamente las ideas; como nos apuntalan nuestras mejores tradiciones: la única lucha que se pierde es la que se abandona.

* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IealcUBA).

viernes, 22 de julio de 2011

sábado, 16 de julio de 2011

Mientras nuestra presidenta trabaja junto a su pueblo por el presente y piensa el futuro, Macri...

      

El caballero Macri

Por Sandra Russo

Aunque esté actuando, aunque sólo forme parte de una estrategia electoral, qué genial sería extraerle algunos gestos a la foto de Mauricio Macri de hoy, para incluirlos en la película de lo que resta de este año. La amabilidad, la cortesía, la voluntad de cooperación. O quizá ni siquiera tanto. Con el respeto institucional, o qué digo, al menos con el respeto por el electorado –un sentimiento republicano que descubren él y los grandes medios recién ahora, cuando hablan del electorado “normal”, el propio–, alcanzaría.

Los contundentes casi veinte puntos de ventaja, que si no se pueden revertir, como machacan incansablemente técnicos y políticos, lo dejarán instalado cuatro años más en el gobierno de Buenos Aires, han hecho de Macri una seda. Se lo ve mucho más compuesto y expositor de su ánimo no confrontativo en relación con “esta señora de acá enfrente”. Teniendo en cuenta que un porcentaje importante de los porteños votó o votará a CFK, que Macri actúe a partir de ahora con un espíritu de colaboración y no de choque constante sería un alivio para muchos y mejoraría la calidad de vida en la ciudad, donde lo que se ha polarizado es la base, la calle, el clima general.

Un día después de que Macri le twitteara a la Presidenta su congratulación por el nieto en camino, una prueba más en pocas horas de su voluntad conciliadora y caballeresca, fue la inauguración de Tecnópolis en Villa Martelli. De esa muestra fueron privados los porteños el año pasado porque el jefe de Gobierno no quiso cortar un fin de semana la avenida Figueroa Alcorta. Ese fin de semana él se casaba, y además ahí se afirmó como el señor del territorio. La cosa pasó en los grandes medios sin pena ni gloria, como tantas otras que se taparon o directamente se pergeñaron entre el gobierno porteño y el Grupo Clarín, ya convertido en el exclusivo proveedor de wifi y las netbooks más caras del mercado en las escuelas públicas porteñas.

Las urnas le han dado la razón al asesor Durán Barba, quizás el verdadero dueño de la victoria del PRO. La lluvia no fue sólo de globos, fue de votos, y parece confirmar su teoría de que al “elector medio” le preocupa más si deja embarazada a su novia que si la Argentina paga su deuda externa.

Es verdad que hay que hacer cierto camino mental para advertir que de cómo le vaya a uno con sus noviazgos, con sus embarazos, con su potencia y su frustración personal, depende en buena parte del país en el que vive y de su política. “Lo personal es político”, gritaban las esclarecidas feministas del siglo pasado, ya avivadas de que nuestra intimidad más honda y nuestras vivencias individuales, sentimentales o familiares están atravesadas por discursos de poder. Pero a los candidatos asesorados les va mejor cuando la gente no anda pensando tanto.

Ya que Macri quería hablar de sexo en la campaña, podría uno hasta preguntarse qué fue de la potencia sexual de los desocupados de los ’90, o qué estará pasando ahora con la energía sexual de los ciudadanos griegos, que nos recuerdan a nosotros mismos en la pesadilla del corralito. Vaya si se puede hablar del neoliberalismo y su ataque a la felicidad de las grandes mayorías. Pero estos razonamientos son demasiado rebuscados, diría Durán Barba, con los resultados de la primera vuelta ya en la mano: la mayoría de los porteños no se hacen estas preguntas ni son alentados a hacérselas, porque a nadie en los grandes medios se le ocurriría alentarlos para que lo hicieran. Esas preguntas nunca formarán parte de sus agendas.

No obstante, si el tono conciliador de Macri fuera algo más que una pose, todos lo disfrutaríamos y hasta podríamos cambiar nuestra imagen de él. Si ese nuevo Macri ganador estuviera de verdad dispuesto a gobernar para los que lo votaron y los que no, como se presume que hace un buen gobernante, por qué no abrirse a una nueva etapa en la que la ciudad y la nación pudieran llevar adelante sus proyectos y acuerdos, como sucede con todas las jurisdicciones del país. Podríamos reenfocarlo y creer, por ejemplo, que aquella prohibición para que Tecnópolis fuera instalada dos días en el centro porteño fue un error que no se repetiría. Después de todo, Macri privó a propios y a ajenos de un disfrute popular que hubiese podido compartir hasta en un palco, y lo que exhibe la megamuestra es el progreso argentino en materia tecnológica y científica, algo que excede cualquier interés partidario. ¿Por qué no asociarse en eso? Lastima el sentido común que el jefe de Gobierno de una ciudad no esté interesado en que los ciudadanos accedan a los avances que hay en su propio país, a las posibilidades y las concreciones que tienen lugar en el país al que pertenece esa ciudad.

Uno sin embargo no puede ver en el gesto más que máscara. Legisladores de Mauricio Macri recibieron directivas para frenar en el Concejo Deliberante de Vicente López la habilitación de Tecnópolis, y obligaron al intendente radical Enrique “Japonés” García a permitirlo por decreto. Es decir: intentaron hasta último momento boicotear la exposición.

Donde empiezan los hechos terminan las palabras. Incluso las palabras sin contenido, las palabras sin raíz y sobre todo, las palabras de burda circunstancia.

miércoles, 6 de julio de 2011

Este domingo asistimos al fin de un oscuro y triste período


Compañeros y amigos este domingo cuando votemos por los candidatos de la lista 604 sepamos que no solo votamos para sacar a Mauricio Macri del sillón metropolitano de jefe de gobierno, sino que vamos asistir al fin de un oscuro y triste período, donde la Ciudad de Buenos Aires le dio sistemáticamente la espalda al país y al continente americano.


El domingo vamos a ir a votar por una de las mejores listas que se hayan presentado en la historia de la Ciudad de Buenos Aires.

Daniel Filmus, Carlos Tomada y Juan Cabandie nos permiten poder asistir a los comicios sin esa pesada carga que significaban la elecciones durante los 90, donde se iba a votar apesadumbradamente sabiendo que nada cambiaria y que finalmente solo podíamos elegir por el "mal menor", que en definitiva, es no elegir nada.

Sabemos por las encuestas que estamos en el ballotage, entonces redoblemos esfuerzos para convencer, para contar, para dialogar, para acercarnos y compartir las nuevas ideas que se están desarrollando en el país como ejemplo de los que falta en la Ciudad.

Amigos, el Domingo, vayamos a votar con alegría y festejando, que se sienta el clamor y el palpito que los vecinos de Buenos Aires están decididos a cambiar este derrotero de infamia y desidia.

Este domingo votemos con el espíritu de los hombres y mujeres de mayo, llenos de patriotismos, con gana de ver esta hermosa ciudad a la altura de los cambios que se están haciendo.

Este domingo debemos ganar las calles de la Ciudad de Buenos Aires, escuela por escuela, con el esfuerzo del primer militante hasta el último fiscal, acompañando nuestros vecinos y nuestras familias.

Como dice la marchita ¡todos unidos triunfaremos! ¡Vamos que llegamos!¡Viva la Patria!