CRISTINA 2011

CRISTINA 2011
Menos mal que Macri tiene a la "señora de enfrente" que arregla todos los kilombos y lucha por todos los argentinos

jueves, 15 de marzo de 2012

lunes, 5 de marzo de 2012

Habló el asesino y sigue sin entender nada

“Este gobierno ha asociado el campo con la oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos esperar de esta gente una solución, la única vía es sacarlos del gobierno y no a través de un golpe de Estado, sino a través de los cauces democráticos. Yo, en las últimas elecciones habidas en el país, esperaba que apareciera un líder o un movimiento para hacer frente a lo que vivimos, que todos los dirigentes de la oposición se unieran para combatir esta lacra y salir hacia adelante, pero bueno, no apareció y no fue así. Quisiera ser optimista, pero no puedo, aunque siga peleando desde la cárcel, desde aquí. Quiero dar a conocer al mundo lo que pasa. La consigna del prisionero de guerra es la evasión, mientras que para el preso político la lucha es otra, que es el campo de la política y que es antipático quizá para los militares. Hoy hay que ganar la guerra política a través de los mensajes y los medios de comunicación, y ésa es nuestra función: no quedarnos de brazos cruzados.”

viernes, 10 de febrero de 2012

Otro Flaco

En su discurso de ayer, Cristina hizo una larga y sentida alusión a Spinetta, que aquí se reproduce:
“Quiero terminar recordando a alguien que se nos fue, otro Flaco, que para mí tiene connotaciones, como para todos los de mi edad, muy especiales. Anoche estábamos trabajando con algunos funcionarios en Olivos cuando nos dijeron ‘murió El Flaco Spinetta’. Lo primero que me vino a la cabeza fue la tapa del disco de Almendra, que era un arlequín...la que salió hoy en Página/12, casi me pongo a llorar cuando la veo hoy a la mañana... Me acordaba de ese vinilo, me hicieron acordar de la lágrima, yo no me acordaba, con la flecha esa de goma, hasta los colores me acordaba. Sé que la canción icono era ‘Muchacha ojos de papel’, que nos hizo soñar y ser románticos a todos y a todas, y que todavía me hace soñar, pero yo me acordaba de otra que es menos conocida, que es ‘Fermín’ y está en el LP. Sí, en el LP, le decíamos LP, la verdad, para qué voy a andar disimulando. Aparte El Flaco tenía la misma edad de mi flaco. ¿Del ’50, no, era El Flaco? Y me acordaba de cuando vino acá a dar recitales en el Salón Blanco (que tenemos que retomar, Parrilli..., tenemos que retomar los recitales del primer viernes de cada mes en el Salón Blanco, por favor, lo vamos a hacer). Y Néstor me acuerdo que lo agarró al Flaco Spinetta y lo sentó en el sillón del presidente. El tenía esa costumbre, le encantaba. La gente no quería, primero, y él los agarraba y les decía ‘vení sentate. Se sentó cada uno acá, por qué no te vas a poder sentar vos. Porque más importante que un presidente es cualquier argentino’. La verdad que, más allá de los sufrimientos particulares, hoy se nos fue un cacho de juventud. Almendra y él, que era un poeta, fue el símbolo de toda una generación, como lo fueron Charly y Nito Mestre con Sui Generis, y como fue Vox Dei. La verdad que ayer cuando me dijeron que se había ido, yo dije: ‘La gente como él no se muere. La gente como él se va’ (aplausos). Cuando alguien puede dejar testimonio de lo que hizo en su paso por la vida... al Flaco Spinetta lo vamos a recordar siempre cuando cantemos ‘Muchacha ojos de papel’, el Loco Fermín o el de la Soledad (...) Chau Flaco, ya nos vamos a ver seguramente. En algún momento”.

viernes, 27 de enero de 2012

martes, 24 de enero de 2012

678 - 19-01-12 (2 de 4)

678 - 19-01-12 (3 de 4)

La inquisición en la Historia


Por Hugo Chumbita *

Uno de los grandes diarios de la Argentina, antaño rector de la opinión pública, se ha empeñado en impugnar la creación del Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, y sus páginas rezuman día a día insólitas ocurrencias para descalificar la iniciativa. Aunque no soy precisamente un lector habitual de La Nación, siendo miembro del aludido Instituto no tengo más remedio que ver qué nos dicen. Tengo la impresión de que la antigua tribuna del mitrismo nos está haciendo un favor. Tal como en el caso de la llamada “crisis del campo” o en la cuestión de la ley de servicios audiovisuales, la alineación de los grupos de interés, los partidos y los opinólogos sirven de indicadores para clarificar el fondo de la cuestión. Los esfuerzos de este medio de prensa confirman que estamos en el buen camino.

Uno de sus articulistas, abogado, docente de la UBA, esgrime ahora nada menos que el Pacto de San José de Costa Rica y sugiere la amenaza de acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para frenar el horrendo atentado a la pluralidad del pensamiento que implica el decreto presidencial que creó el Instituto. No deja de ser interesante que desde la prensa argentina se abra el paraguas en prevención de que una nueva Inquisición vaya a someter al potro de torturas a Luis Alberto Romero o a Halperín Donghi para hacerles escribir “Viva la Mazorca” o algo por el estilo.

Esto significa que avanzamos en el terreno de los derechos humanos. A mí me tuvieron preso tres años, sin proceso legal, por órdenes de un coronel de triste memoria y del actual extraditado Baraldini, con la imputación, por ejemplo, de haber incluido en la bibliografía de mi materia de Historia un texto de Arturo Jauretche. Ahora sé que si hubiera alguna posibilidad de que se reeditaran esas prácticas tendría quien me defendiera en las columnas de La Nación.

Lo bueno de estos últimos años de gobierno democrático es que el discurso autoritario se torna inviable, y el recurso de los opositores es exigir más democracia. Ello ha llevado a que la derecha abra generosamente sus medios a las opiniones de izquierda, y en la lógica de la actual situación los avances realizados impulsan la demanda de más amplias conquistas. Así pasa con los derechos humanos, que hoy son reclamados hasta por los ex torturadores.

Pero espere un poco, le digo al abogado José Miguel Onaindia, que escribió aquella nota. Todavía no hemos supliciado a nadie, y los partidarios de la historia liberal, de la historia social y de la historia que-no-se-mete-en-honduras se han estado expresando profusamente y con toda libertad por los más diversos medios. Usted debería saber que para poder acudir a la Comisión Interamericana hace falta invocar una privación de derechos en concreto. Usted debería saber que la libertad de investigación que garantiza la Convención Americana requiere que exista un equilibrio en el sostén estatal de diversas instituciones dedicadas al estudio de la historia. Usted debería leer mejor el decreto que objeta y los instrumentos de creación de los demás institutos preexistentes en nuestro país. Si no fuera porque temo ofender su libertad de pensamiento, yo le recomendaría escribir menos y estudiar más.



* Historiador, miembro del Instituto Nacional Manuel Dorrego.

viernes, 20 de enero de 2012

La palabra de la niña

 
Por Adriana Puiggrós *

Once años. ¡Once años! ¿Recordarán las personas que intervinieron en la vida de esta niña sus sentimientos, sus pensamientos de cuando tenían once años? ¿Jugaban a las muñecas, a las bolitas, tomaban la Primera Comunión? Fueran de la religión o creencia que fueran, ¿no les enseñaban acaso que un niño/a no es lo mismo que un adulto/a? Muchos sintieron la palmada del adulto/a, o el “callate la boca”, en ocasiones injusto, sólo ejercicio de la fuerza sobre la/el niña/o indefensa/o. Seguramente vieron –aunque quizás no quisieron saber– que en su entorno había adultos/as que acosaban niñas/os, tal vez los acosaron a ellos también, tal vez los azotaban siguiendo la colonial costumbre. Pero avanzó el siglo XX y fue llamado el “siglo de los niños” porque la humanidad reconoció que los niños (y también las niñas) tienen cuerpo, pensamiento, palabra, incluso derecho a la palabra y lo plasmó en la legislación internacional.

No obstante, cierta infancia sigue siendo la condición más sometida, desconocida como sujeto, manipulada, acallada. Especialmente si se trata de mujeres. En esa situación se encuentra la pequeña de once años que dijo “quiero ser como era antes”. En esas palabras expresó que su cuerpo y sus sentimientos son de niña y pidió que se cumpliera con su derecho a un aborto que no es punible. Supo decir su voluntad contra quienes, además del violador (de quien debe ocuparse la Justicia), se apropiaron de su cuerpo, de su niñez, de su vida futura.

Esta no es solamente la discusión sobre la despenalización del aborto (práctica que numerosos sectores religiosos, sociales y políticos consideramos necesario legalizar). Se trata (además) de los más elementales derechos de la infancia, de las mujeres e incluso de la familia, el derecho a no ser acosados por fuera de la letra de la ley, ni sometidos a la imposición de valores por parte de quienes tienen más poder social, cultural o institucional. Porque, es dable preguntarse ¿se buscará que progrese el embarazo de una niña de once años para luego hacer desaparecer la identidad de otro niño, sugiriendo ahora que entregue al bebé en adopción para luego cambiarle el nombre y el apellido? Preocupa, porque ese sería el próximo paso lógico a darse por parte de quienes detentan todavía la conservadora concepción del antiguo Patronato de Menores, esa institución de la beneficencia que fue afortunadamente suprimida por la Ley 26.061, de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.



* Presidenta del Partido Frente Grande (FG) en el Frente para la Victoria (FpV).

viernes, 6 de enero de 2012